A quien no le gusta la sal, todas las culturas la utilizan en su cocina. El sodio es vital para el organismo, ya que, nuestras células no pueden funcionar sin el, es parte fundamental del llamado equilibrio electrolítico. La evolución nos ha dotado la lengua de receptores especializados para apreciar sabores salados, aun así, este gusto innato por la sal la podemos modular a lo largo de nuestras vidas.
Así,de esta manera podemos encontrar testimonios de personas acostumbradas a comer platillos salados pueden encontrar que la comida es sosa el día que tiene un poco menos de sal. Y personas acostumbradas a comer con poca sal que no la echan de menos.
Moderar el consumo de sal en una casa no sólo es beneficioso para las personas que sufren de presión alta, sino para toda la familia y en especial para nuestros niños que se acostumbran a comer con poca sal desde pequeños.
Es por estas razones que les dejo acá unas ideas que espero le saquen provecho y ayuden a cambiar sus hábitos alimenticios a la vez que mejoran su salud y experimentan nuevos sabores.
- Adobar o marinar los alimentos antes de cocinarlos. Por ejemplo preparar filetes de pescado o trozos de carne con especias y condimentos frescos.
- Combinar carnes o pescados con frutas para contrastar sabores.Ejemplo pollo salteado con piña.
- Cocer al vapor ayuda a concentrar los sabores de los ingredientes.
- Cocer a la papillote también ayuda a mantener el sabor ya que los alimentos se cuecen con el propio vapor que desprenden los ingredientes al calentarse. Por ejemplo, filetes de merluza con julianas de verduras.
- Experimentar con aliños y salsas sin sal ayuda a obtener nuevos matices gustativos. Por ejemplo, zumos de cítricos, aceites aromatizados, picantes, hierbas aromáticas, salsas de yogur...
- Crear una mezcla propia de hierbas y especies para espolvorearla sobre algunos alimentos. Ejemplo: tomillo, orégano, clavos, canela, romero, piel de limón...
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